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Software composable y desarrollo modular en la transformación del negocio

por Ramiro Castillo

El desarrollo de software atraviesa una etapa definida por dos fuerzas convergentes: la inteligencia artificial como colaborador y el paradigma de la empresa composable. La IA se ha convertido en un copiloto que interviene en cada fase del ciclo de vida del software, automatizando tareas y permitiendo que el desarrollador asuma un papel más estratégico. Como resultado, la entrega de valor ocurre con mayor rapidez y precisión. En esta sinergia, la IA acelera la construcción y gestión de componentes modulares al ritmo que exige el negocio, facilitando la evolución continua de la organización. 

 

 

La adopción del software composable representa un cambio simbiótico tanto para los proveedores de soluciones como para las empresas usuarias. Los primeros orientan su propuesta de valor hacia la creación de “capacidades de negocio” modulares y especializadas, accesibles mediante APIs robustas que permiten construir ecosistemas flexibles donde los clientes eligen y combinan componentes según sus necesidades. 

 

 

Por su parte, las empresas usuarias han dejado atrás la idea de una solución única y monolítica. Hoy, bajo una estrategia best-of-breed, seleccionan las mejores herramientas para cada función —ya sean desarrolladas internamente o provistas por terceros— y las integran para crear soluciones a medida. Este modelo reduce la dependencia de un solo proveedor y amplía la capacidad de innovación. 

 

 

Este cambio responde a las nuevas exigencias del mercado: acelerar el time to market, ofrecer experiencias personalizadas, optimizar la eficiencia operativa y fortalecer la resiliencia organizacional. En consecuencia, las arquitecturas tienden hacia estructuras más modulares, ágiles y adaptables. 

 

 

La madurez tecnológica determina el ritmo de adopción del modelo composable. Empresas globales de desarrollo y consultoría, como Thoughtworks, han incorporado estas prácticas como parte de su ADN, mientras que otras, más centradas en la fabricación tradicional de software, avanzan de forma gradual. 

 

 

En el lado de la demanda, grandes organizaciones de sectores como retail, banca o aerolíneas han mostrado un interés creciente en combinar empresa composable e inteligencia artificial. Su aplicación es más directa cuando las bases digitales están consolidadas; de lo contrario, la transformación exige un mayor esfuerzo, inversión y tiempo. 

 

 

Muchas compañías han comprendido que, aunque su negocio principal no sea el desarrollo, necesitan mantener la tecnología cerca del core. Por eso, los esquemas híbridos —que combinan desarrollo interno con aliados externos— se vuelven cada vez más comunes. Esta estrategia impulsa la adopción de nuevas prácticas, mejora los tiempos de entrega y da lugar a productos más robustos y eficaces, capaces de responder a un cliente más informado y exigente. 

 

 

Cuando el desarrollo no forma parte del negocio principal, asociarse con un proveedor estratégico es la vía más efectiva para avanzar hacia un modelo composable. Un aliado con experiencia acelera la adopción de prácticas, reduce riesgos, aporta talento especializado y ayuda a gestionar el cambio cultural que acompaña a estos procesos. 

 

 

Mientras los equipos internos de IT están enfocados en mantener la operación, los equipos especializados tienen la misión de crear el futuro del negocio. El gran reto consiste en ayudar a que el equipo interno evolucione, adoptando una mentalidad de producto y metodologías ágiles que lo conviertan también en un agente de innovación. Las diferencias entre ambos modelos se evidencian en la cultura de trabajo, la exposición a tecnologías emergentes, la definición de métricas y la composición de habilidades. 

 

 

El modelo de co-creación entre cliente y proveedor propone una alianza en la que ambos operan como un solo equipo multifuncional, aplicando metodologías ágiles y prácticas de ingeniería como CI/CD, IaC y automatización de pruebas. La transparencia, apoyada en herramientas compartidas y comunicación continua, es la base del éxito. Reuniones periódicas y demostraciones conjuntas garantizan una alineación constante con los objetivos del negocio. Así, la relación tradicional cliente-proveedor se transforma en una asociación que co-crea soluciones modulares y genera valor sostenido. 

 

 

Entre las mejores prácticas para el desarrollo de soluciones composables, Thoughtworks destaca los sensible defaults: principios que se repiten en los proyectos con resultados positivos. Estos incluyen comprender el dominio del negocio, organizar la entrega en torno a productos evolutivos en lugar de proyectos, pensar en términos de plataforma tecnológica, aprovechar las capacidades nativas de la nube cuando sea posible y medir el éxito combinando métricas de negocio y de entrega, priorizando siempre las primeras. 

 

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Sobre Thoughtworks

Thoughtworks es una consultora global de tecnología que integra diseño, ingeniería e inteligencia artificial para impulsar la innovación digital.
Estamos presentes en 48 oficinas distribuidas en 19 países, con más de 10 mil profesionales.
Desde hace 30 años, generamos impactos extraordinarios junto a nuestros clientes, ayudándolos a resolver desafíos de negocio complejos con la tecnología como un diferencial estratégico.